La muestra está integrada por 41 grabados y litografías. Tanto Salvador Dalí como Joan Miró basaron su trabajo en obras literarias.
En el caso de Dalí, cuyo conjunto de obras se titula “Sueños de papel”, realizó la colección de 27 grabados en 1962 para ilustrar “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca.
Dalí se sintió identificado con el personaje principal de la obra a causa de la similitud de sus personalidades y decidió ilustrar las diferentes escenas del libro utilizando tonos blancos, negros y sepias. Esta variación de colores le permitió jugar con la luz y así darle a los grabados un efecto de profundidad. Asimismo, busca representar la subjetividad de la vida. Este es un tema muy importante en el libro de Calderón de la Barca.
En el caso de Miró se conoce que creó en 1980 esta serie de 14 litografías titulada “Pinceladas de música”.
A diferencia de Dalí, que representó sucesos, Miró creó formas a partir de la música imaginaria que el título del libro le sugirió.
Para ello, el pintor utilizó un estilo más abstracto y con un tono más bien infantil, en el que no faltan sus característicos trazos negros gruesos, además del uso de colores primarios. En dichas ilustraciones Miró establece un divertido juego de formas y colores, que parecen danzar al ritmo de una música imaginaria.
Si Miró pinta música y poesía, Dalí pinta los sueños, alucinaciones de poderoso impacto visual y desconcertante significado que, sin embargo, presentan figuras reconocibles, aunque deformadas, poblando los paisajes del sueño surreal.
Según fuentes de información, el curador de la exposición, Federico Fernández, se refiere a las litografías de Miró como “una danza entre trazos”.
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